Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo.
Gálatas 4.4
¿Por qué tuvo lugar la encarnación en ese momento, probablemente según los cálculos en el año 5 a. C., alrededor de un año antes de la muerte de Herodes el Grande, ocurrida en el 4 a. C.?
Habían pasado unos dos mil años desde que Dios llamó a Abraham y prometió que a través de su familia bendeciría a todas las familias de la tierra. ¿Por qué, entonces, pasó tanto tiempo entre la promesa y su cumplimiento? Pablo declara que Dios envió a su Hijo ‘cuando vino el cumplimiento del tiempo’ (Gálatas 4.4), pero no da ningún indicio sobre la manera en que estableció el momento elegido.
Se han hecho muchas especulaciones, en especial con respecto a la situación socio política del momento, y seguramente varias circunstancias eran favorables para la pronta dispersión y la buena recepción del evangelio.
- Primero, la paz romana regía en el imperio. Las legiones estaban por doquier, controlando la paz y protegiendo a los viajeros de los bandidos en tierra y de los piratas en el mar.
- Segundo, el griego era el idioma común en el imperio, y fue de inmensa ayuda para el evangelismo el hecho de que estuviera disponible la Septuaginta (el Antiguo Testamento en griego).
- Tercero, el hambre espiritual se había extendido. Los viejos dioses de Roma habían perdido su atractivo. Las religiones de misterio ofrecían una especie de regeneración personal, pero eran más una evidencia de esos anhelos espirituales que su satisfacción. Y estaban también los así llamados temerosos de Dios en el borde de la sinagoga, quienes se sentían atraídos por el monoteísmo judío y por sus elevadas pautas morales.
Con ellos Pablo pudo compartir el evangelio, de modo que durante un lapso de apenas diez años (48–57 d. C.) Pablo pudo ver a la Iglesia ya establecida en las cuatro provincias romanas de Galacia, Macedonia, Acaya y Asia. Así, declaró: ‘de manera que desde Jerusalén, y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo’ (Romanos 15.19).
De muchas maneras, el tiempo estaba maduro para la evangelización mundial.
Para continuar leyendo: Romanos 15.23–29
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